Marie-Antoinette creció en un barrio a las afueras de París, justo al lado del estadio Yves-du-Manoir. La élite del fútbol mundial había jugado, corrido, saltado y marcado goles en aquel césped verde brillante. Marie-Antoinette se prometió que jugaría allí algún día y tenía claro en qué posición: delantera centro.

A los 7 años se unió al club de fútbol de su barrio y no tardó en destacar. Empezó a jugar como defensa, protegiendo la portería de su equipo. Era rápida y veloz como un jaguar, capaz de prever fácilmente los movimientos de sus oponentes. Sin embargo, su sueño era meter goles en la delantera.

"No me pongo muchos límites ni objetivos en la vida. Siempre voy lo más lejos posible".

Más tarde, con 16 años, Marie-Antoinette recibió una invitación para el París Saint-Germain. Al principio, le daba miedo jugar con algunas de las mejores futbolistas del país, pero en poco tiempo tuvo la oportunidad de demostrar que era una delantera centro estrella.

En mayo de 2015, el París Saint-Germain se enfrentaba a un duro rival. En un momento crucial, una compañera de equipo de Marie-Antoinette tiró a portería, pero la portera despejó el balón, que salió volando.

El estadio entero contuvo la respiración, expectante a ver qué sucedería. Marie-Antoinette no dudó: sus largas trenzas la siguieron en un potente salto para cabecear y dirigir el balón de nuevo a la portería contraria.

¡PUM! Esquivó a la portera y golpeó la red con un suave silbido.

Ese resultó ser el primero de muchos goles. Marie-Antoinette ahora es una de las mayores anotadoras del París Saint-Germain y solo acaba de empezar.