Chrisanki Flood Is Finding Suspense and Serenity on the Seas
Culture
Conoce a este marinero de 22 años de Santa Lucía que está cambiando su deporte y representando a la comunidad de su isla.
"Al aire libre" es una serie para conocer a atletas del día a día que buscan la conexión y el equilibrio en el mundo natural.
La primera competición profesional entre islas de Chrisanki Flood fue algo movidita. "Estaba en una competición de 18 días desde Gran Caimán hasta Santa Lucía. No se veía absolutamente nada, salvo las olas más grandes que he visto en mi vida", recuerda. "Oímos por la radio que un barco de mercancías se había hundido a unos 100 km de nosotros. Nos moríamos de miedo, pero nuestro equipo logró salir de aquella atravesando un temporal horrible. Cuando salió el sol, vi un grupo de delfines nadando junto a nuestro barco. Aunque no ganamos, nos quedamos con la recompensa de vivir aquel viaje".
Después de aquella intensa experiencia, Chrisanki, al que también llaman Chris, no se apartó ni un segundo del agua. Como marinero profesional y nativo de Santa Lucía, Chris cree con todas sus fuerzas que su vida está en el mar. Es lo que buscaba cuando empezó a navegar a los 10 años.
Dedicarte a navegar no es tan común en la isla como podemos imaginar. La comunidad de navegantes es pequeña y está muy unida. Se trata de un grupo de personas que intercambia consejos y que comparte sus experiencias en el mar, aunque luego compitan entre ellas. Para Chris, los momentos de paz en el mar son otro motivo para navegar. "Cuando estoy en el agua, a pesar del caos de la competición, nada me perturba. Encuentro absoluta serenidad y soy capaz de relajarme y centrarme en mi propósito", nos cuenta.
"La fuerza de la naturaleza es la que carga el barco y la que te dirige a lo largo de una travesía inolvidable. Por eso navego".
A sus 22 años, Chris ya lleva navegando la mitad de su vida. Empezó por tener una actividad extraescolar y se unió al equipo profesional de su edad, que desde entonces le ha permitido viajar por todo el Caribe para competir en regatas (competiciones grandes). "Hace falta mucho tiempo para dar lo mejor de ti en este deporte, pero alcanzas una conexión inigualable con el océano y eso te empuja a seguir", dice Chris.
Chris dice que el tiempo que pasa en el mar es una forma de conectar consigo mismo. En su día a día tiene muchas rutinas y muchos rituales que lo ayudan a mantener el equilibrio. Se despierta a las 6 de la mañana y se va directo a la playa, asegurándose siempre dejar una cosa atrás. "Es la regla número 1: si me voy a la playa y voy a navegar, el móvil se queda en casa", afirma.
"El mar es mi forma de meditación", dice. "Sí, es mi pequeña terapia personal".
La mayoría de los días, suele ver el amanecer y disfruta de la oportunidad de meditar con el sonido de las olas y los pájaros como telón de fondo. Por suerte, siempre está cerca del mar. Solo tarda un minuto en salir de la cama y plantarse en la playa.
Sobre las 8:00, Chris se va al complejo en el que trabaja enseñando a los huéspedes los conceptos básicos de la navegación y lo que él describe como "un instinto natural para entender los vientos y sentir el barco". Este trabajo es una forma de financiar su pasión mientras sigue practicando los amarres. Cuando termina, queda con su equipo por la zona para competir un poco ante la puesta de sol. Muchas personas y profesionales del lugar se reúnen para competir en carreras por intervalos de 2 a 5 minutos. El tiempo rara vez es un impedimento para Chris. "Me da igual que llueva a cántaros. Yo salgo de todos modos. Navego en todo tipo de condiciones meteorológicas solo por la experiencia", nos cuenta.
"Todos tenemos nuestro papel", dice. "A veces, lo importante es sincronizarte bien con tu equipo y tener fe en él". Pueden pasar muchas cosas con las velas, pero, si cuentas con un equipo bien entrenado como el suyo, podéis seguir adelante. Al igual que Chris, su equipo lleva años entrenando. "Para dedicarte a esto de manera profesional, tienes que conocer tu barco, tener mucha disciplina y estudiar el mar", dice. Aunque ya lleva muchos años en esto, Chris sigue sintiendo el mismo subidón de adrenalina antes de cada competición. "Cuando estoy en el mar viendo cómo el viento llena el barco de vida, siento que todo merece la pena". Estas competiciones locales le han servido para prepararse para las regatas más grandes que se suelen celebrar en la vecina Granada. Ya ha estado antes en el podio, pero solo en el segundo lugar. Es un marinero competitivo y espera subir al primer puesto algún día.
Chris nos cuenta que la perseverancia ha sido clave en su carrera, porque no siempre ha sido fácil. El marinero habla abiertamente sobre las dificultades a las que su familia tiene que hacer frente para poder costear este deporte, sobre el hecho de que es un deporte en el que participa una mayoría blanca en la isla y sobre el racismo con el que se ha encontrado.
"Cuando empecé, solo había tres chicos con mi complexión. El resto del equipo eran personas blancas", nos cuenta. "De verdad notas que todo el mundo te mira. Me desanimé un poco. Pero, al fin y al cabo, yo había ido con el propósito de aprender algo nuevo".
Cuando termina la competición del día, Chris y su equipo paran a comer algo y a descansar un poco en la playa para relajarse. Si les apetece van a hacer algo de pesca submarina o esnórquel. También suelen ir a ver a la orquesta Pantime Steel. Chris lleva viéndoles desde que era pequeño. "Les escuché a diario hasta que tuve edad suficiente para unirme al grupo y no he parado desde entonces", recuerda. Igual que ocurre con su deporte, "todo se centra en el ritmo, en mantener un flujo constante de movimientos y en estar en armonía con los elementos que te rodean", explica. Y esa es una sensación que nunca dejará de perseguir.
Para Chris, dormir bien es fundamental para poder estar al 100 %. Teniendo en cuenta que se levanta a las 6 de la mañana, se va a la cama pronto. Tal y como él mismo afirma, es esa disciplina personal la que lo ha llevado tan lejos, además de su pasión por la naturaleza. "Sentir cómo el viento empuja las velas y crea un movimiento con el agua es alucinante. La fuerza de la naturaleza es la que carga el barco y la que te dirige a lo largo de una travesía inolvidable. Por eso navego".
Texto: Jiya Pinder
Fotografía: Kia Islam
Publicado: septiembre de 2020